1. Establecer roles y responsabilidades claras para el personal, lo que evita la duplicación de esfuerzos y la confusión en cuanto a quién debe encargarse de qué tarea, lo cual es esencial para el buen funcionamiento de la institución.
2. Permitir una gestión más efectiva de los recursos humanos y materiales de la escuela, para asegurar que se aprovechen al máximo los recursos disponibles y se minimicen los desperdicios.
3. Reflejar en la organización de los departamentos académicos, para garantizar una formación coherente y sistemática de los futuros docentes en las distintas etapas de la educación.
4. Facilitar la implementación de estándares de calidad en la formación de maestros, de tal forma que nos aseguremos que los estudiantes que se gradúan estén preparados para afrontar los desafíos de la enseñanza y contribuir positivamente a la educación de nuestros estudiantes.
5. Definir cómo se toman las decisiones dentro de la escuela, lo que permitirá que las decisiones se tomen de manera eficiente y que haya un proceso claro para abordar los problemas y desafíos que puedan surgir.
6. Definir las líneas de comunicación dentro de la institución, para facilitar la transmisión de información importante, tanto entre el personal como entre la dirección y los estudiantes, lo que es esencial para una operación fluida y para mantener a todos informados sobre políticas, procedimientos y cambios importantes.
7. Incluir mecanismos de supervisión y evaluación que aseguran que la escuela cumple con sus objetivos y estándares de calidad, lo que contribuye a la rendición de cuentas y la mejora continua.
Por lo anterior, la estructura organizacional de nuestra institución es fundamental para establecer un ambiente de aprendizaje efectivo y para formar a futuros docentes competentes. También permite una gestión eficiente, la coherencia en la enseñanza y la adaptación a los cambios en el campo de la educación, todo lo cual es crucial para el éxito de la institución y el impacto positivo en la educación de los estudiantes.